Para los contribuyentes del país, el Servicio de Administración Tributaria (SAT) se ha convertido en una institución más corrupta.
De acuerdo con la última encuesta de percepción, elaborada por el propio fisco a alrededor de 700 contribuyentes, éstos consideran que actualmente hay más corrupción dentro de ese organismo, respecto de períodos anteriores.
Al cierre del tercer trimestre del año, 32.1 por ciento de los encuestados afirmaron que en el SAT la corrupción es alta o muy alta, contra 24.8 por ciento que opinaron lo mismo al mismo período de 2014.
La percepción de corrupción en el fisco ha venido en aumento en los últimos trimestres y alcanzó al cierre de septiembre su nivel más elevado desde finales de 2012.
Los contribuyentes encuestados mencionaron que los altos niveles de corrupción son perceptibles en los procesos realizados en las aduanas del país, en las auditorías, en los módulos de servicios tributarios y en las áreas que llevan procedimientos de cobranza.
Es decir, áreas en las que el fisco mantiene un mayor contacto con el contribuyente.
A la par del incremento en la percepción de corrupción, el fisco ha denunciado penalmente a 101 de sus empleados por diversas irregularidades, entre ellas cohecho y el uso indebido de su cargo público, lo que podría ser un reflejo de los señalamientos de los contribuyentes.
Según especialistas, el SAT había adquirido una reputación de institución dura y en ocasiones agresiva, pero la mayor fiscalización pudo haber derivado en más opciones para la corrupción.
“Definitivamente la reforma fiscal y el cierre de tantos espacios para los contribuyentes han generado una percepción de que ante tanta presión del fisco, quienes logran un respiro lo hacen a través de actos de corrupción.
“No sólo sería culpa de la autoridad, los propios contribuyentes, las empresas, podrían estar incurriendo en actos de corrupción para evitar al fisco”, aseguró Martín Fierro, socio fiscal de RSM.
Añadió que la digitalización de muchos procesos del SAT, así como la vigilancia tributaria a través de instrumentos como la factura y la contabilidad electrónica deberían haber reducido las sospechas de los contribuyentes, sin embargo, parece que las ha avivado.
Tener una percepción de corrupción elevada, agregó, es muy perjudicial para una institución como el SAT, que mantiene mucho contacto con la población, pues la pérdida de confianza de las empresas y el resto de los contribuyentes podría generarle un problema de mayor evasión de impuestos.